miércoles, 28 de agosto de 2013

¿Cuál es el origen del problema de las preferentes y subordinadas?


Para ver el origen del problema debemos trasladarnos a finales del 2008. Se produce la quiebra de Lehman Brothers y la banca mundial sufre la mayor crisis del siglo. En el G-20 se acuerda que los bancos deben reforzar sus niveles de capital para solucionar el problema.
En la situación de crisis con una caída histórica de las bolsas, aumentar el capital mediante ampliaciones es imposible.  Además, las cajas de ahorros no lo podrían hacer por que su capital no se divide en acciones. ¿Cuál es la solución?: Las participaciones preferentes y las obligaciones subordinadas.  La participaciones preferentes contaban como capital de Tier-1 y la deuda subordinada como capital de Tier-2, es decir, se consideraban como fondos propios. 
Pero esto nos lleva al siguiente problema: ¿A quién le colocaban este producto?: Los inversores institucionales, profesionales financieros expertos, exigían el 13% de interés. Las entidades españolas no quieren pagar tanto: Le colocarían el producto a inversores que no pidan tanto rendimiento por que desconozcan estos productos y sus riesgos. Y aquí empiezan los problemas: deciden colocar el producto a clientes minoristas a través de la red de sucursales.

Y aquí se juntan una serie de problemas:
1.- La denominación es engañosa: El término “preferentes”  no significa que los titulares sean los mejores clientes, ni que sean acreedores privilegiados. No tienen un rendimiento preferente frente a otros productos. Es un término desafortunado por que indica solamente que se cobrarán los rendimientos con preferencia frente a los tenedores de acciones comunes, pero nada más.
2.- Los incentivos para la comercialización:  Las entidades financieras ante la gravedad de la situación y la premura para captar recursos, ofrecieron unos incentivos extraordinarios a sus sucursales para colocar preferentes y subordinadas. Esto forzó mucho más la situación. Para muestra un botón: La antigua Cajamadrid colocó en solo dos días la mitad de la emisión de participaciones preferentes  de 3.000 millones de euros, en 2009. Según se ha publicado en los medios se ofreció a sus oficinas computar para objetivos el triple del importe del “dinero nuevo” captado y el doble del “dinero antiguo” (dinero que estaba ya en productos de la caja).
3.- Se colocaron a un precio, cuando el valor en el mercado era muy inferior al que pagaba el inversor. Se colocaron participaciones cuyo valor en el mercado era hasta un 70%  inferior. En el momento en el que el cliente salía de la sucursal con sus preferentes, había perdido una gran parte de su capital. Hasta mayo de 2010, cuando un minorista quería vender sus participaciones, la entidad buscaba otro cliente de su propia red para colocarlas y de esta manera se mantenía artificialmente la “ilusión” de valoración y liquidez. El mercado realmente estaba en valoraciones mucho más bajas.

Ante esta situación el Banco de España no toma cartas en el asunto y priorizó recapitalizarse sin importar los medios. Así que se priorizó por encima de todo, la colocación de preferentes y subordinadas.  Los clientes minoristas, compraban confiados en el asesoramiento de su sucursal. Al cliente se le decía en ocasiones que era como un depósito, que estaba garantizado y que lo podía vender cuando quisiese, sin advertirle de los riesgos reales.
La crisis siguió haciéndose cada vez más profunda  y convirtió la situación en un “sálvese quien pueda”:Habitualmente, los bancos recompraban sus preferentes pasados 5 o 10 años. Esto dejó de hacerse, dejando a muchos clientes “colgados”. Además hubo bancos que recompraban a inversores institucionales las preferentes en mercado a precio de saldo y las colocaban a minoristas a precio de oro. También compraron preferentes a clientes importantes, para evitarles problemas y se las colocaron a minoristas.
La CMNV  empieza a hacer advertencias y recomendaciones “a toro pasado” cuando el mal ya estaba hecho.  Además, los bancos hicieron caso omiso y siguieron colocando preferentes: Cajamadrid hace la colocación más grande de la historia, 3.000 millones, dando a su red el incentivo más grande que había dado nunca. Solamente se incluyeron algunas advertencias en los folletos de emisión, que no se lee nadie. Pero en la CNMV no tuvieron las “agallas” de impedir una emisión de este tipo.
Finalmente, se viene todo abajo y se van poniendo parches para la reforma financiera que no sirvieron para nada. Al final tiene que llegar el rescate de Bruselas.
Para colmo de la cuestión, en Basilea-III se establece que las participaciones preferentes y la deuda subordinada ya no computarán como capital. De ahí vienen las prisas por canjearlas por acciones,que sí son realmente capital de las entidades a efectos de Basilea-III.
 En el rescate por Bruselas se impone la obligación de que las entidades nacionalizadas no puedan recomprar a la par las preferentes y que los titulares tengan que asumir parte de las pérdidas. Y además, canjearlas por acciones.  La situación general y la llegada masiva de nuevas acciones al mercado, hacen que sus precios caigan, aumentando más las pérdidas.
 En definitiva, en el problema de las participaciones preferentes y obligaciones subordinadas se han juntado una serie de circunstancias excepcionales. Pero ello no justifica de ningún modo, que las entidades financieras colocasen “sin escrúpulos” unos productos que no eran adecuados para la mayoría de sus clientes minoristas.

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