"No le suena el teléfono durante meses, todo el mundo quiere alejarse de él y nadie se arriesga a que le saquen una foto a su lado", explica una persona cercana a la que fue la camarilla de Miguel Blesa en el PP durante los años de vino y rosas. El expresidente de Caja Madrid se ha convertido en un apestado para sus antiguos amigos, incluyendo a José María Aznar, algo que se explica por la pésima imagen popular que tiene y que todos temen que les contamine si se acercan a él. Se le da por un caso perdido y nadie va a romper una lanza a su favor ante el vía crucis judicial que se le viene encima, según fuentes conocedoras de la situación.
Este calvario ha vivido esta semana un nuevo episodio con la decisión del juez Fernando Andreu de incorporar los famosos 'correos de Blesa' a la investigación por la comercialización de las preferentes, en contra de lo que había solicitado el implicado y de lo que había sostenido inicialmente el propio magistrado. Esta investigación es la que verdaderamente importa a Blesa, una vez que ha sido desactivada la causa del juez que lo mandó a la cárcel, Elpidio Silva, por la compra del palacete de Miami y los créditos aGerardo Díaz Ferrán. Ahora la causa son las preferentes y se trata de una instrucción mucho más seria que puede acabar con una condena en firme.
Aznar y Blesa. (Efe)Aznar y Blesa. (Efe)
Y es en esa tesitura donde Blesa se encuentra completamente solo: "Le deben de quedar dos o tres amigos, y ninguno es político", añade otra de las fuentes consultadas. Uno de ellos es el famoso abogado César Albiñana, que todavía le invita a algunos actos. "A nadie en el PP le conviene que le relacionen con él, es como un apestado que les puede contagiar su mala imagen. Se ha convertido en el enemigo público número uno.Aparecer ahora en una foto con Blesa es lo peor que te puede pasar", añade otra.
Aparte de su encarcelamiento y de la culpabilización popular por el hundimiento de Caja Madrid (que provocó el de Bankia) y por las preferentes, otros elementos han abonado este abandono de Blesa por sus antiguos compañeros. Todas las fuentes hablan de su actitud prepotente pese a la que está cayendo, como si nada hubiera pasado. Esta actitud alcanzó su máxima expresión cuando se alojó en la casa del cónsul español en Londres en abril. El cese fulminante del funcionario (oficialmente, dimisión) evidenció el distanciamiento del Gobierno de Mariano Rajoy con Blesa y su decisión de cortar cualquier vínculo con él.
Aznar también le da la espalda
Esta huida llega incluso a su gran valedor, el expresidente Aznar. Según las fuentes consultadas, éste también le ha dado la espalda. En este caso, hay que sumar a todo lo anterior la divulgación de los mails que cruzaron Blesa y el primogénito de Aznar y Ana Botella en 2009, en los que se decía que el exjefe del Ejecutivo estaba enfadado porque Caja Madrid se había negado a comprar varias obras de su amigo el artista Gerardo Rueda. El financiero respondía que "la caja no es mi cortijo" y se mostraba molesto porque José María Aznar juniorle recordara sin disimulo a quién debía su puesto.
Este distanciamiento no ha terminado con su amistad, anterior a la ascensión al poder de Aznar, según fuentes cercanas a Blesa. "Otra cosa es que procuren no coincidir en actos formales por una cuestión de higiene pública", añaden. La última ocasión en que se les ha visto juntos fue la boda del hijo de Gonzalo Hinojosa en junio de este año, pero el expresidente ni siquiera acudió al enlace del propio Blesa, celebrado en octubre de 2013.
Protestas contra Miguel Blesa. (Reuters)Protestas contra Miguel Blesa. (Reuters)
Compañeros antes de llegar al poder
Aznar y Blesa fueron compañeros en la escuela de Hacienda Pública cuando aprobaron las oposiciones para inspectores del fisco, y fue el primero el que encumbró al segundo a la presidencia de Caja Madrid en 1997, con el apoyo de Izquierda Unida y CCOO (estas alianzas eran normales en las politizadas cajas de ahorros españolas) y a pesar de la nula experiencia financiera del jiennense. 
Eran los tiempos de vino y rosas en que Blesa se codeaba con la cúpula popular -si bien nunca fue miembro del partido-, desde el inmenso poder económico que le otorgaba la segunda caja de España tras La Caixa. La crisis financiera que estalló en 2008 y el pinchazo de la burbuja inmobiliaria pusieron a la entidad en una situación muy delicada debido a la gestión excesivamente arriesgada que había ejercido. Tras la pelea entre Esperanza Aguirre y Alberto Ruiz-Gallardón (partidario de la continuidad de Blesa), Rajoy impuso su sustitución por Rodrigo Rato en 2009, que intentó salvar Caja Madrid con la fusión con Bancaja -también en situación crítica- y otras cinco pequeñas cajas para formar Bankia y con la posterior salida a bolsa. Pero el daño era demasiado grave y no quedó más solución que la nacionalización y el rescate con 22.424 millones de dinero público.

EL CONFIDENCIAL